Cuando una serie de ficción quiere mostrar un entorno determinado, lo habitual es que haga un reflejo bastante típico, para que sea fácilmente asumible. Por ejemplo, en Narcos, donde la ficción se centra en el narcotráfico, encontramos todos y cada uno de los clichés que siempre hemos asumido para estas bandas criminales. Y en ese caso, la serie estaba basada en una historia real, la del narco Pablo Escobar. Pero ejemplos como este hay muchísimos, reduciendo normalmente el entorno a algo estereotípico y que no refleja la verdadera realidad que vivimos día a día. Los dramas suelen cuidar mucho más este aspecto, como sucede en series como Euphoria o Big Little Lies. Sin embargo, las comedias se han acostumbrado a llevar esos clichés al extremo, y presentar un entorno que a veces se vuelve del todo inverosímil para el espectador. Un barrio cualquiera puede convertirse en el centro de todos los líos de la ciudad.
Al final, cuando se arguye esta protesta contra algunas series, sus creadores se defienden diciendo que es solo ficción. No es un documental, no se trata de reflejar con precisión la vida en un barrio, sino de mostrar aventuras y desventuras de varios personajes, con tramas que obviamente deben ser interesantes. De lo contrario, la ficción no tendría mucho sentido, y sería más aburrida. Los clichés, mal que nos pesen, forman parte de las series españolas incluso hoy en día, donde parece que ese humor grueso ya ha pasado de moda. Series como La Que Se Avecina o El Pueblo son ejemplos perfectos de que este tipo de humor sigue funcionando. Representaciones no demasiado profundas de personajes muy reconocibles en entorno que nos pueden sonar. Si hay una serie que logró sacarle mucho partido a eso, fue Aida. Estrenada en 2005 como el primer spin off de la televisión en nuestro país, el personaje de Carmen Machi logró ganarse el corazón de la audiencia. Pero no solo ella, sino también su familia, con su hermano Luisma como gran protagonista, e incluso sus vecinos Chema, Mauricio y Paz. Esta última, gran amiga y confidente de Aída, se llevó media serie ocultando su verdadero empleo: prostituta.
Aida, una ficción de éxito
Aida nació como un proyecto paralelo a la popular serie Siete Vidas. Esta última, estrenada a finales de los 90 por Telecinco, se convirtió en una de las sitcoms más populares de nuestro país. El personaje de Carmen Machi apareció en una episodio de la cuarta temporada y gustó tanto al público que acabó quedándose como parte del elenco, aunque siempre con un papel secundario. Sin embargo, los guionistas encontraron un auténtico filón en ese personaje de chacha desvergonzada y atrevida que trataba de salir adelante como bien podía, con todo lo que le había ocurrido. Era una madrea soltera que tenía a su cargo a su madre, a su hermano y a sus dos hijos adolescentes. Una situación que descubriríamos mucho más en su propia serie.
Aída se estrenó en enero del 2005 y su primer capítulo pulverizó los audímetros, congregando a más de seis millones de espectadores ante la televisión. Unos datos que hoy por hoy serían impensables, pero que ya en aquellos tiempos sorprendían, especialmente en una serie totalmente nueva. Aída gustó mucho al público y se convirtió en un valor segura para las noches de los Domingos en Telecinco. Con un humor grueso pero también familiar, contaba la historia de Aida en su barrio, Esperanza Sur, lidiando con todos sus problemas habituales. Se podría decir que era una serie muy costumbrista donde había relaciones de amor y odio, enredos y todo tipo de tramas que siempre terminaban provocando las carcajadas de los espectadores. Cada personaje contaba con un rol muy específico, e incluso había una chica, azafata de vuelo supuestamente, que en realidad llevaba a cabo servicios sexuales.
El personaje de Paz
Se llama María de la Paz Bermejo, aunque todos la conocían como Paz. Era una chica joven y atractiva, morena de pelo rizado y con un cuerpo estilizado. Por eso levantaba siempre las miradas de deseo de los hombres del barrio, entre ellos Luisma, del que siempre había estado enamorado, a pesar de su pasado como drogadicto. Paz también tenía muchos secretos que guardar, especialmente uno importante que solo contó a sus mejores amigos. Siempre decía a todo el mundo que trabajaba como enfermera o azafata de congresos, pero desde los 23 había ejercido la prostitución. En muchos momentos la chica duda de su trabajo, porque realmente no le gusta verse en ese tipo de circunstancias, pero decide seguir adelante hasta encontrar algo mejor.
Interpretada por la actriz Melanie Olivares
Paz está interpretada en la serie por la actriz Melanie Olivares. Barcelonesa de nacimiento, la actriz estudió arte dramático y comenzó a hacer pinitos en la televisión gracias al programa juvenil Leña al mono que es de goma. Después de pasar por varios series a finales de los 90 y estrenar algunas películas, casi siempre con papeles secundarios, Aida fue su gran oportunidad para brillar. La actriz demostró que no solo podía adaptarse a la parte cómica, sino también sacar su lado más sensible y humano. De esta forma también naturalizaba a las prostitutas, siendo Paz una de las pocas meretrices que aparecían de forma recurrente en una ficción televisiva. La actriz mantuvo el papel durante las diez temporadas de la ficción, terminando ya como protagonista de la misma en 2014.
La visibilización de la prostitución en TV
Y es que no era fácil encontrar a prostitutas que aparecieran de forma continuada en las series españolas. En otras ficciones como El Comisario o Policías, las putas eran simplemente excusas para capítulos donde se investigaban crímenes. Aparecían como simples clichés, personajes que se adaptaban a lo que el público siempre pensó que eran las prostitutas. Mujeres con pocos estudios, desesperadas pero conscientes de trabajar en un entorno peligroso. El tener a un personaje recurrente con este rol en una serie de máxima audiencia supuso también cierto cambio de paradigma en nuestro país. Y es que Aida naturalizó por completo al personaje de Paz, haciendo que fuera mucho más que una simple trabajadora sexual.
Hay mucho debate en torno a la perspectiva que se le da a este personaje en la serie. Muchos piensan que Paz es el ejemplo de “puta feliz”, que disfruta de su trabajo y lo normaliza. Sin embargo, es obvio que se avergüenza de su oficio, y por eso lo oculta a casi todo el mundo. Además, en muchos capítulos sufre las consecuencias de dedicarse a la prostitución. La deja en cuanto comienza una relación con Luisma, que ya sabía de su oficio y aun así, quiere estar con ella. Más allá de ese debate, la presencia de este personaje en una ficción nacional ya es un logro. Paz no escapa de algunos clichés, pero como mujer empoderada y segura de sí misma que es, también derriba muchos mitos en torno a la