A principios de los años 90, el cine de Hollywood estaba a punto de vivir un cambio paradigmático tras el cual ya nada volvería a ser igual. La inclusión de efectos digitales generados por ordenador en películas como Jurassic Park supondría un punto de inflexión para el futuro, uno que todavía no se avistaba en aquel momento. En el Hollywood de finales de los 90 todavía persistían los efectos prácticas, en películas como Desafío Total o Terminator. El drama y el thriller estaban ganando terreno, con filmes como Instinto Básico o El Silencio de los Corderos, rozando en este caso ya el puro terror. El cine independiente comenzaba a sacar la cabeza con títulos que empezarían a tener mucha resonancia gracias a su triunfo en festivales europeos y norteamericanos como Sundance. Y en medio de todo ese ambiente, la figura de Gus Van Sant, el director de Kentucky, se hizo notar.
Van Sant comenzó su carrera algo “tarde”, a los treinta años, con algunas películas que pasaron más o menos desapercibidos. Sin embargo, a principios de los 90 consiguió sacar adelante un proyecto personal que sería definitivo para su llegada al olimpo de Hollywood. Aquella película era My Own Private Idaho, titulada Mi Idaho Privado en España y Latinoamérica, y presentaba una historia cuanto menos polémica en aquel momento. La relación entre dos amigos que se prostituyen para conseguir dinero, y que tienen sueños muy diferentes en la vida. Los papeles principales, interpretados por River Phoenix y Keanu Reeves, hacen que la película gane muchos enteros. La forma de filmar de Van Sant, cruda pero a la vez evocadora, eleva el filme a la categoría de culto. No había muchas películas de temática gay en aquellos tiempos, y mucho menos que representaran de manera tan fiel y sin clichés a este colectivo. Además estaba el tema de la prostitución masculina, una visión totalmente alejada de lo que se había mostrado poco antes en la exitosa Pretty Woman. Tal vez por ello, por ser original y diferente, Mi Idaho Privado logró convertirse en una película tan especial.
Una película de Gus van Sant
Mi Idaho Privado fue escrita y dirigida por el cineasta norteamericano Gus Van Sant. El director consiguió desarrollar sus primeros proyectos profesionales a mitad de los años 80, curtiéndose tanto en el cortometraje como en la televisión. Sin embargo, su particular mirada siempre le llevaba a crear proyectos propios, aun de forma independiente. Mi Idaho Privado fue el tercer largometraje de Van Sant, y el primero que recibió verdadero atención por parte del gran público. Su bajo presupuesto, sin embargo, no impidió que el filme contara una buena historia y tuviera a dos actores jóvenes que estaban a punto de llegar al estrellato. Reeves y Phoenix eran, sin duda, la principal atracción de la película, y sus papeles dieron mucho que hablar en su momento. No era habitual que dos estrellas tan jóvenes decidieran dar un paso tan importante a la hora de interpretar a chicos homosexuales en pantalla, ya que aquello podía costarles futuros papeles.
Dos chaperos buscándose la vida
Mi Idaho Privado cuenta la historia de dos jóvenes amigos, Mike y Scott, que se prostituyen en las calles de Portland. Los dos tienen muchas cosas en común: una vida triste y solitaria, un hogar desestructurado y problemas para adaptarse a un mundo que parece no quererles. Además, Mike sufre una extraña enfermedad, llamada narcolepsia, que le provoca un sueño profundo y repentino en cualquier momento. Esto también supone una gran traba en su trabajo y en su vida en general. Él se dedica a la prostitución para conseguir dinero con el que buscar a su madre, a quien no conoce. Por su parte, Scott es un joven adinerado pero rebelde que solo quiere disfrutar de la vida hasta tener la herencia de su padre, alcalde de la ciudad. Juntos comenzarán un viaje que les cambiará la vida.
De chaperos en Portland a viajeros sin rumbo en una especie de road movie tan extraña como efectiva, a la hora de mostrarnos el propio viaje natural de los personajes. Cuando los jóvenes viajan a Roma para encontrar a la madre de Mike, Scott conoce a una chica de la que se enamora perdidamente. Al entender que está a punto de perder a la única persona que le importa en la vida, Mike discute con Scott, sintiendo que el equilibrio de su relación se está resquebrajando. Es entonces cuando aparecen los sentimientos auténticos de Mike, que está enamorado de su amigo. La situación se vuelve cada vez más caótica por culpa de los problemas entre ambos y del triángulo amoroso que está surgiendo en la capital italiana.
Phoenix y Reeves, jóvenes estrellas
La película cuenta con un gran reparto de actores tanto conocidos como algo más independientes. Podemos encontrar a James Russo, Rodney Harvey o un joven Jim Caviezel, y también a un sorprendente Flea, bajista de la banda Red Hot Chilli Peepers. La presencia del músico seguramente sorprenderá a muchos, pero en realidad, era un guiño de una de las estrellas de la función, River Phoenix. El joven actor era un gran fanático de la banda, y pidió que uno de los papeles secundarios fuera interpretado por Flea. Aunque el reparto secundario está a gran altura, la película siempre se mueve en torno a los dos protagonistas, Mark y Scott, o lo que es lo mismo, River Phoenix y Keanu Reeves.
Ambos están espectaculares en sus papeles, aunque es cierto que el foco se puso sobre todo en Phoenix. La forma en la que el joven interpretó sus líneas, sus emociones, fue absolutamente devastadora. River Phoenix había participado ya en algunos proyectos anteriores y era muy reconocido por ser uno de los niños protagonistas en Cuenta Conmigo. Su carrera era más que prometedora, pero dos años después del estreno de la película, en 1993, murió en Hollywood víctima de una sobredosis. Su hermano Joaquín, con tan solo 18 años, fue una de las personas que le encontró tirado en la calle. Van Sant dedicó su siguiente filme a Phoenix, y aseguró que hubiera sido uno de los grandes actores de su generación. En cuanto a Reeves, continuó actuando y haciendo grandes papeles en blockbusters como Drácula, Speed o Matrix, y sigue de actualidad hoy por hoy gracias a la saga John Wick.
Un clásico del cine gay
La película de Van Sant obtuvo alabanzas por parte del público y la crítica, siendo premiada en los Independent Spirit Awards con varios galardones. La carrera de Van Sant terminó de despegar, así como la de sus dos estrellas protagonistas. Es, además, considerada como uno de los primeros clásicos auténticos del cine queer. Y es que en el año 91 todavía no había muchas películas que se atreviesen a tratar abiertamente el tema de la homosexualidad. Mucho menos de una manera tan cruda y real como la que nos muestra Mi Idaho Privado. En aquella misma década llegarían otras películas como Philadelphia, Priscilla, La Reina del Desierto o Una Jaula de Grillos.