Netflix ha cambiado, para bien o para mal, nuestra concepción del entretenimiento audiovisual en casa. La plataforma de Red Hastings fue pionera, en su momento, en permitir el alquiler de varias películas a través de una suscripción, un servicio que nació para luchar contra la piratería que estaba asolando a la cultura a principios de siglo, gracias a Internet. Netflix entendió que la red no era el problema, solo había que conseguir poner esa herramienta en buenas manos, con un proyecto sólido y que diese garantías a los clientes. Así es como millones de personas han dado su visto bueno a pagar por consumir series y películas en casa, por parte de la plataforma, que ya sea extendido a todo el mundo y que ha logrado también destacar por sus producciones propias.
De hecho, buena parte de los abonados a Netflix afirman que están satisfechos con lo que aportan a través de su suscripción porque saben que ese dinero se destina a crear contenido de calidad. Series originales, como House of Cards, La Casa de Papel, Stranger Things o Gambito de Dama han surgido gracias a la apuesta decidida de Netflix por este tipo de proyectos, buscando incluso cobijo a otros menos mainstream, pero sabiendo que podía ofrecer en su catálogo todo tipo de películas y series, para el gusto de cualquier espectador que simplemente quiera pasar un rato viendo algo divertido, o que busque algo más intenso. Entre estos últimos hay una serie que ha destacado por encima del resto entre la producción de Netflix. Se trata de la alemana Dark, una intrincada producción que mezcla el thriller psicológico con los viajes en el tiempo, los universos paralelos y el propio fin del mundo.
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