Aunque está claro que para muchas generaciones, las películas del estudio de animación Disney suponen lo más cercano del mundo a la felicidad que sentían cuando eran pequeños, porque han crecido con ellas, han disfrutado de sus estrenos en cines y luego las han visto un millón de veces en vídeo, las generaciones de los 80 también han podido disfrutar de una animación totalmente diferente, algo más madura, que les ha abierto un nuevo horizonte en cuanto a gustos. La animación japonesa, con el Studio Ghibli al frente, también ha marcado por completo a muchos que hoy tienen treinta y tantos, y que han crecido igualmente con Chihiro, Totoro y Mononoke, de la misma forma que lo hicieron con Mulan, Simba o Pocahontas.
Lo realmente interesante del Studio Ghibli es que a través de sus películas, tanto las de Takahata como las de Miyazaki, se cuentan historias fantásticas, con ese punto de realismo mágico tan atrayente, que hace además que se den a conocer las costumbres y los cuentos folklóricos japoneses. Una de las últimas películas del estudio nipón fue El Cuento de la Princesa Kaguya, estrenada en 2013, y basada en una historia popular japonesa que ha tenido mucho eco en la cultura de aquel país. Gracias a la película, ahora son muchos más los que conocen esta historia en todo el mundo. Pero nosotros queremos ahondar más en la raíz, en el origen de todo, en el cuento original.
Uno de los primeros cuentos folklóricos japoneses
La película de El Cuento de la Princesa Kaguya está basada en una historia que, en realidad, se titula popularmente El Cuento del Cortador de Bambú, por ser un hombre con este oficio el que encuentra a la pequeña princesa en su campo mientras realiza su trabajo. La importancia de la historia es capital porque data del siglo X, siendo el texto más antiguo que se conoce en japonés, aunque es cierto que el primer manuscrito que existe sobre el cuento nos llega desde 1522, seis siglos después de su supuesta invención. Es una de las historias más importantes dentro del folklore japonés y ha tenido una gran importancia a la hora de representar precisamente ese estilo de realismo mágico con el que muchas historias niponas se identifican.
El cuento del cortador de bambú
El cuento es conocido tanto por su nombre original, haciendo referencia al cortador de bambú, como por el de la protagonista, la Princesa Kaguya. La historia nos lleva a conocer a un hombre que cosecha bambú y que un día se queda extrañado al encontrar una planta que tiene una luminosidad muy especial. Llevado por la curiosidad, el hombre decide acercare a aquella planta y comprueba, tras cortarla, que hay una niña muy pequeña, del tamaño de su pulgar, en su interior. Así es como adopta a la pequeña y se la lleva a casa, junto a su mujer. La niña pronto crece y se convierte en una joven hermosísima, cuya belleza embelesa a todos los hombres del lugar, incluyendo al mismísimo emperador. Kaguya, sin embargo, no parece tener intención de casarse ya que está esperando a que vengan a buscarla…
Según cuenta la propia chica, ella proviene de la Luna, y un día marcado vendrán a buscarla para llevarla allí. Pese a los intentos de sus padres, ya ancianos, e incluso del propio emperador, que quería mantener cerca a la muchacha por darle suerte y fortuna, la princesa finalmente acaba yéndose hasta la Luna. Deja al emperador una carta y el elixir de la vida eterna, pero éste decide mandar a un batallón entero de soldados a quemarlo todo a la cima de la montaña más alta. Con el tiempo, la montaña se terminó llamando como el propio elixir que la princesa había dejado, Inmortalidad, que en japonés es Fuji. Además, se dice que todavía a veces se puede ver el humo de la carta quemada, cuando en realidad seguramente fuera el humo de la actividad volcánica del Monte Fuji en el pasado.
El Cuento de la Princesa Kaguya en la cultura popular
Como hemos podido comprobar, el cuento sirve también para dar un origen precioso a uno de los lugares más importantes de todo Japón, el monte Fuji, cerca de Tokyo. La historia ha tenido muchísimas revisiones en la cultura popular japonesa, apareciendo en versiones de anime en series Queen Milennia, Inuyasha o Sailor Moon. La princesa Kaguya, con su nombre o con otra denominación alternativa pero con la misma historia de origen, aparece también en videojuegos, juegos de cartas y hasta musicales, convertida prácticamente en símbolo de Japón. La historia se ha reproducido también en numerosos cuentos infantiles y novelas para jóvenes y adultos, expandiendo aún más el mito germinal.
La película de Isao Takahata
Aunque han sido muchas las versiones y reinterpretaciones que este cuento ha tenido a lo largo de la historia en Japón, todavía faltaba la definitiva, la que el Studio Ghibli tuviera a bien realizar, en este caso de la mano de Isao Takahata, un realizador conocido sobre todo por películas como Mis Vecinos los Yamada o la terriblemente triste La Tumba de las Luciérnagas. Takahata decidió llevar a cabo la adaptación del cuento japonés en lugar de hacer una historia propia, aunque aportó también su propio punto de vista. La película se estrenó casi a la par que otro proyecto de Ghibli, el Viento Se Levanta, del genio Hayao Miyazaki, por lo que quedó algo eclipsada.
Sin embargo, los críticos y expertos no dudaron en señalarla como una de las mejores películas de animación de los últimos tiempos. Alejándose del estilo a veces hiperrealista de Miyazaki, Takahata decidió dotar a su película de un aspecto mucho más oriental, con escenas que parecen sacadas de antiguos tapices. La película llegó a cines de todo el mundo aunque de forma escalonada, en los años siguientes, y aquello limitó bastante su éxito comercial. Sin embargo, fue nominada al Oscar como Mejor Película Animada, y se convirtió, para los expertos, en toda una joya de culto desde el momento de su lanzamiento.